Alberto del Río ha perdido una de sus caras. Para muchos, Dos Caras Jr. ya no existe.
Y no es para menos; la gran impresión causada por el debut de Alberto Del Río ha dado mucho que hablar estos últimos días. Casi dos meses de promoción actuaron como antesala para hacernos testigos de uno de los mayores debuts de la década, superando con creces el de una estrella tan consagrada como John Cena (vs Kurt Angle).
La entrada de Del Río ya nos hacía intuir que este hombre no iba a ser uno más en el roster. Nada menos que pirotecnia, un Rolls Royce y su propio anunciador hispano forman parte de la puesta en escena más elaborada de WWE a día de hoy. Pero… ¿por qué tanta expectación ante el debut de un recién llegado? ¿Por qué ha pasado esto con él y no, por ejemplo, con Kizarny o Eric Escobar?
Muy fácil. Vince no es tonto y sabe que Rey Mysterio tiene los meses contados en la empresa. Ha sabido elegir bien (eligió a «un tal Dos Caras Jr.», un luchador muy conocido en su país), ha sabido darle promoción (dos meses de promos que no han dejado a nadie indiferente, ya sea con buenas o malas críticas [muchos lo tachaban de aburrido]) y ha sabido darle un debut que ha impactado en todos y cada uno de los aficionados. Nada más y nada menos que derrotando a una de las principales caras de la WWE, Rey Mysterio.
Del Río está, a día de hoy, en boca de todos. Muchos han cambiado su opinión con respecto a él, otros la conservan, pero al fin y al cabo la mayoría ve a este luchador como una futura estrella, y motivos no les faltan. Muchos aseguran que Del Río es como la fusión perfecta del carácter latino del legendario Eddie Guerrero (RIP), el complejo de superioridad y la presencia del archimillonario JBL y la actitud y el buen hacer de Chris Jericho en el ring.
No sólo Del Río, sino también Daniel Bryan. Otro que ha regresado para dejar bien patente que el futuro ha de tenerle como referencia en esta empresa y como una de las caras principales de estos nuevos tiempos que se avecinan.
El mexicano, al fin y al cabo, no es sino uno más de los muchos luchadores que están cooperando para que la WWE se deje llevar por los vientos del cambio, o, en este caso; por la corriente del río hacia el camino correcto, hacia la evolución y la adaptación a los nuevos tiempos.
Y es que, el río que ya hizo sucumbir a una de las dos caras de Alberto, mostrándonos otra muy distinta pero a la par con mucho potencial por demostrar, ha vuelto a hacer estragos, llevándose consigo la máscara de alguien que en un pasado fuera conocido como Colibrí, Green Lizard, Rey Misterio Jr… los últimos retazos de una carrera que, ya moribunda, se hace llamar la gran gesta que este pequeño luchador llevó a cabo coronándose, contra todo pronóstico, dos veces campeón mundial.
En pocas palabras. Asistimos al fin de la brillante carrera de Rey Mysterio Jr., para encontrarnos de frente con un nuevo renacer del ‘espíritu Lucha Libre’ en WWE.
Este nuevo renacer lo encontramos en la presencia de alguien que se presenta como la esencia de la excelencia, un hombre honesto, producto de una educación superior, alguien que se mira al espejo y llena de orgullo su pecho al ver todo lo que ha conseguido a lo largo de su vida:
Alberto Del Río.
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